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Era Crasta

Continguts del llibre "ARRES un manantial de agua y una fuente de vida" de Santiago Temprado

Era Crasta, es la voz de las piedras. Las piedras son el único documento visible v real de una construcción, legendaria, ancestral y fundacional de Arres, que fue toda una institución que ha durado siglos y aún conserva su tradición y sus restos.

En Arres hubo dos Crastas, una en el Pujó d'Arres, a la entrada de Arres de Jos y otra en el Pujó deth Cap dera Roca, en Arres de Sos, por eso la casa y la borda más alta situada en el Cap dera Roca es casa desde Pujó, ahora casa Gabriel, porque se la com­praron a José Castet de casa Pujó, donde tenía su borda, transformada en casa.

Luego entre los dos Pujós se edificó otro Crasta, que fue el Ayuntamiento, y se quemó en el siglo XVII, como se quemó la iglesia de San Sernill y las casas que forma­ban el primitivo Arres, y en el incendio desaparecieron todos los documentos y datos históricos de Arres. Luego se compró en el pueblo de Arres de Jos, la casa Gloriós y en ella se instaló el nuevo Ayuntamiento y la Escuela durante muchos arios. Después de la guerra se construyó la Escuela Nueva con el patio de recreo y la vivienda del maestro, que han pasado a ser edificios comunes de los dos Arres. En 1995 se rehabilitó la casa Gloriós y se hizo un edifico nuevo con garaje y salón de fiestas en los bajos, una prime­ra planta para Ayuntamiento y el fumarel para vivienda.

Actualmente, mientras se ultiman las obras de los nuevos locales, las oficinas del Ayuntamiento están emplazadas en la planta baja de la Escuela Nueva, al frente de las cuales ejerce de Secretaria la señorita Guillermina Roales Martín, en horario de mañana, todos los viernes y atiende al Tel. 973 — 64.18.19.

En el camino que une los dos Arres, y sobre un montículo a la izquierda, aún se conserva un montón de piedras, que fueron un Castro, un Castillo romano. Castro, viene del latín castrum, que significa campamento fortificado. Era un poblado ibero romano situado en una altura y con fortificaciones. Era el sitio donde estaba acampa­do y fortificado un ejército. Del nombre Castro, castra, por metátesis de la R, ha dado lugar a Crasta, con significado de fortaleza, castillo. El término castro, romano, derivó en aranés en dos morfemas semejantes: Crasta y Castet, tan frecuentes los dos en el Valle de Arán, pues hay restos de crastas en Vilamós. Las ermitas de San Miqueu, Santa Bárbara y Santa Lucía se levantarían sobre fundamentos de crastas, así como en Es Bordes todos señalan el basamento deth Castell—Lleó, como un primitivo asentamien­to de una crasta. Y de todos es conocido el apellido Castet, tan popular y repetido en Arres, Vilamós y en Vielha. Era Crasta de Arres ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los arios y la construcción fue utilizándose y rehabilitándose con el paso del tiempo en diversos servicios e instituciones, hasta declararse como Ayuntamiento.

A veces vemos cosas y no sabemos mirarlas, ni entenderlas, ni valorarlas. Es pre­ciso ir tras la sorpresa, pues cualquier cosa puede aparecer y dar un significado nuevo a una realidad banal y casual. Andamos demasiado despistados todos para ser capaces de sorprendernos de algo que tiene historia y significado. Hay que intentar descubrir y valorar lo que percibimos y no parar hasta reconstruir un pasado significativo. Un camino, una calzada, unas termas, un castro son señales de una civilización pasada pero no desaparecida.

La romanización llenó a España, como también a Francia y otros países con­quistados por los romanos y llenaron los lugares de poblados fortificados en la cima de los montes. La cultura de los castros pertenece a dos fases: prerromana y romana. Posiblemente Era Crasta de Arres es inicialmente prerromana, aunque después siguió utilizándose en épocas posteriores conjuntamente con otras fortalezas romanas del Valle, como la de Les, la de Vielha, la de Artíes, la de Betlán, Es Bordes, etc.

Todos coinciden en que el peñón que domina la población de Es Bordes, en el cruce de las vías naturales de penetración desde Francia por el Garona y desde Aragón por el Port de la Picada y l'Artiga de Lin, era un castro romano, sobre cuyas ruinas se levantó luego el famoso Castell— Lleó.

La romanización fue muy intensa en el Valle, construyéndose la famosa calzada romana desde Toulouse hasta el Pallars, por el puerto de la Bonaigua, siguiendo el curso del Garona, con prácticamente el mismo trazado que la actual carretera no 230, y que sería determinante en el futuro político aranés.

De esta época se conservan abundantes restos, más numerosos y valiosos, que en otros puntos de las comarcas pirenaicas, como las Termas de Les, Artíes y Tredós y numerosos epígrafes y laudas sepulcrales, como en la iglesia de Mijarán, construida sobre un templo romano dedicado a Diana, en la iglesia de Betrén, en la iglesia de Vilamós y de San Fabián de Arres, en Arró y en Bossost.

En la iglesia de Vilamós, en el muro que da a la plaza, hay empotrados una pequeña lápida y dos frontales de urna cineraria con tras bustos en relieve cada uno, todos ellos romanos. Y en el interior hay una pila benditera sobre un pedestal proba­blemente romano.

La iglesia de San Fabián, de Arres de Jos, tiene un bello ábside románico deco­rado con un friso de esquilas y otro de arquillos, así como una piedra cineraria, colo­cada en la pared en función de ventanuco.

En Arró hay una lápida empotrada en la torre, con la inscripción Turris supra montem sa indisolubili bitumini fundata valle.

Como afirma Vilant y Simorra, todos los antropólogos y arqueólogos modernos con­firman la existencia en el Neolítico y comienzos de la Edad de Bronce de una cultura única a lo largo del Pirineo.

Pero dentro de esta unidad de origen hubo grupos o tribus bien diferenciadas, como los arenosis o araneusis (aranesos) a los que aluden los historiadores clásicos.

En tiempos romanos estas tribus del Alto Garona, denominados entonces garonni y consorani, se agruparon en la confederación con venae, denominada por los romanos, Civitas Convenarum, y cuya capitalidad estaba en Lugdunum, la población francesa hoy llamada Sant—Bertrand—de—Cominges, íntimamente unida a la historia aranesa.

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